martes, 23 de octubre de 2012

Bodas para el recuerdo.


El príncipe Guillaume y Stephanie de Lannoy.



Nos la anunciaron como la boda del año y sin duda cumplió con las expectativas. Una ceremonia romántica, con los sentimientos a flor de piel, glamorosa y de cuento de hadas. Muchos medios apuntaron que incluso superó la boda de los Duques de Cambridge, eso ya es a gusto del consumidor, para mí fue igual de increíble de la del príncipe británico solo que sin dama de honor hot.

Las celebraciones en honor al casamiento de los ya herederos al Gran Ducado de Luxemburgo comenzaron el pasado viernes con la boda civil y una magnífica cena de gala donde se reunieron los representantes de las distintas casas reales. 



Para la boda civil, que se celebró en el ayuntamiento de Luxemburgo, la novia escogió un traje de tweed de Chanel, demasiado de señorona para su edad. A mí la verdad es que esta chica no me gusta demasiado, estilísticamente hablando, me da la impresión de que sufre lo que yo denomino: SPP (síndrome de la princesa principiante). Esto es algo que le pasó a absolutamente todas las princesas plebeyas (bueno, ella proviene de una de las familias nobles más antiguas de Bélgica) en sus inicios, quieren estar tan elegantes y perfectas que pecan de recatadas y aburridas, con diseños más propios de sus suegras. Luego con el paso de los años van cogiendo confianza… y nos enseñan como es su verdadero estilo (véase a la princesa Letizia: que pasó de compartir armario con la Reina Sofía a mezclar cuero y lentejuelas en un concierto de Luz Casal).
Pero volviendo al look de Stephanie en la boda civil, tampoco me convencieron para nada los complementos que escogió: zapatos y bolso de Chanel en plateado. 



 
Después de la boda civil, llegó el plato fuerte del día: una majestuosa cena de gala en el palacio real. Los invitados: representantes de prácticamente todas las casas reales europeas. Y como siempre en este tipo de eventos lo más importante son: los looks de las invitadas. Estas son algunas de las que más destacaron por su elegancia...o por sus inadecuados estilismos...

Empezamos con Máxima de Holanda, la argentina es una de mis princesas favoritas, pero es que esta vez no me gustó nada de nada. Su vestido es uno de esos que: o lo amas o lo odias, no hay término medio. Y yo soy de los segundos. El vestido que lució la princesa era del diseñador Jan Taminiau, el traje en si no es tan sumamente espantoso…lo que realmente estropea el look es esa especie de bolero que no hay por donde cogerlo. ¡No se en que estaría pensando Máxima a la hora de elegir modelito!


Mette-Marit de Noruega tampoco me gustó demasiado con este diseño de Emilio Pucci, no me acaba de convencer el contraste de un rojo tan…Valentino (con permiso de Pucci) con su tono de piel y con su color de pelo.


Mi favorita de la noche fue Marie-Chantal de Grecia con una creación de Elie Saab (que en esta boda quedó claro que no solo es uno de los diseñadores favoritos de las celebrities si no que también lo es de las princesas). A mi me encanto no solo el vestido, que parece realmente de una princesa, si no que las joyas que escogió Marie-Chantal le quedan perfectas.


Y como no, la princesa Carolina de Mónaco lució un magnífico Chanel muy en su línia habitual.
 
 
Para la cena de gala Stephanie escogió un diseño de Elie Saab (el que ya es su diseñador de cabecera) al igual que su suegra la Gran Duquesa de Luxemburgo. Uno de los momentos más emocionantes de las celebraciones fue el discurso del padre del novio, dónde aludía a la madre de la novia (que murió el pasado mes de agosto).  



 

 



¡Y por fin llegó el día de la gran boda! Los invitados llegaron empezaron a llegar a la catedral cruzando una impresionante alfombra roja sobre la que hubo más decepciones que aciertos.
La verdad es que si hay algo en lo que esta boda me falló, fue en los looks de las invitadas. Por una vez, en una royal wedding debo decir que las princesas europeas no estaban inspiradas…unas pecaron de sosas y otras de atrevidas. 

Empezamos por nuestra representación: la princesa Letizia. ¿Haber si adivináis de quién era su look? Si, su vestido es de Felipe Varela! ¿De quién más podía ser? La princesa es una incondicional del diseñador y habitualmente le funciona, pero esta vez…a pesar de que muchos alabaron la elegancia de Letizia, a mí no me gusta nada, me parece una sosilla, demasiado malva. Lo único que se salva del look es la pamela. 



Una de las más elegantes: Carolina de Mónaco con un Chanel en color camel y con pedrería. 



Continuamos con Mary de Dinamarca. Elegante, discreta pero correcta. Así definiría yo el look de la princesa danesa. El color del vestido, que además es de silueta peplum el último grito, me encanta y el sombrero también. 

 

La verdad es que esta no fue una de las mejores bodas para Máxima de Holanda. La princesa lució un traje bicolor en gris y amarillo apagado, pero sin duda los más impresionante de su look fue el impresionante tocado de plumas de Fabienne Delevigne. A mi no me gustó demasiado Máxima, me parece que en esta boda quiso arriesgar demasiado…



La orgullosa madre del novio fue una de las más coloridas del día, con un vestido-abrigo en color salmón con un tocado tipo casquete en el mismo color y un impresionante broche. 


Más invitados: 





Y el vestido más importante e impresionante fue el de la novia, una verdadera joya de Elie Saab. Un diseño con una cola de 5 metros, 80.000 cristales, 90 metros de encaje y más de diez mil metros de hilo plateado. La tiara de la novia es la de la familia Lannoy. Stephanie decidió llevar el anillo de compromiso de su madre junto al suyo. Los pendientes eran los mismos que lució en su día la Gran Duquesa en su boda.
Ahora os dejo las mejores imágenes de una boda que ya forma parte de la historia y que cierra un ciclo en la monarquía europea, ya que es la última boda de un heredero. Tendremos que esperar bastantes años hasta volver a vernos en la boda de un futuro rey o reina europeos. 



 

 










 









 






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