Segundo día en París
queridos. Segundo día de excesos, de cazar tendencias y modelos esqueléticas.
Y comenzamos la jornada
con una colección, la de Giambattiste Valli, sencillamente sublime. Vestidos de
siluetas retro, todo muy años 50. Todo impregnado de esa elegancia única de los
años 50.
El desfile, un homenaje a
la flora y fauna más romántica; algunas modelos desfilaron incluso con
mariposas en la boca.
Giambattiste propone así
cuerpos drapeados, llenos de volumen y asimétricos. Una mujer adornada con
flecos y estampados inspirados en la naturaleza.
Como decía, para esta colección Valli se inspiró
en las ninfas y los bosques, por ello los colores predominantes son gamas de
verdes y rojos acompañados de rosas y morados.
Predominan también los
estampados florales con acabado acuarela.
La maison francesa
apuesta por cinturas marcadas (al igual que ayer Dior), volúmenes en la cadera
y cuellos ornamentados.
Para el día, vestidos
cortos con faldas con volantes “XXL”, y para la noche vestidos largos marcando
mucho la cintura.
Sorprenden también los
adornos en el cuello, que hacen un guillo a la moda de los siglos XVI y XVII.
En cuanto a complementos,
Giambattista se la juega con el dorado y, como en toda la colección, predomina
la inspiración en la fauna y flora.
Alguna de las numerosas celebrities que asistieron al desfile fueron la mítica modelo francesa Inès de la Fressange o la editora de Vogue Anna Wintour (esta vez acompañado por su hija).
Me gustaron algunos
detalles de la colección (como los complementos, las cinturas marcadas, o los
vestidos de día años cincuenta) pero, quizás sea demasiado exagerada, demasiado
haute couture. Giambattiste, en
contraste con el desfile de ayer de Dior, hace que nos olvidemos del
minimalismo, de la comodidad y de lo simple. Si Dior ayer se mostró como
sublime emperador romano, Giambattiste no se conforma con eso y presenta una
colección faraónica, excesiva y, no obstante, contundente.
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