Magdalena de Suecia y Chris O'Neill.
Me gustan las bodas reales, es algo que no puedo evitar. ¿Quién no soñó con tener una boda de cuento de hadas? Pues ellas, las princesas (y ahora plebeyas que conquistan príncipes) las tienen. Ayer le tocó el turno a una de las mujeres más guapas de la realeza europea, Magdalena de Suecia fue la protagonista de la boda del verano.
Por todos es conocida la pasión de Valentino por las bodas y su buena mano con los trajes de novia. La última en confiar en su exquisito estilo fue la princesa Magdalena, que desde ayer es la esposa de Chris O’Neill.
Fue una boda en ensueño, un final digno de la más romántica película de Disney. Sencillamente preciosa.
La novia entró en la capilla del palacio real del brazo de su padre con un
romántico diseño del italiano. Un vestido de organza de seda con cuerpo de
encaje y una preciosa falda de tul rematada por una cola de
cuatro metros, un velo de organza de cinco y una de las tiaras más características
de la casa real sueca, la preferida de la princesa, pues fue la que su padre le regaló a su madre cuándo se casaron.
A su llegada a la capilla del Palacio Real de Estocolmo, Valentino afirmó que: "ha sido muy fácil
trabajar con ella. Es una chica adorable. Es moderna, está llena de energía y
entusiasmo... y es tan guapa. Ha sido un placer y un honor”.
La princesa es solo la última de una interminable lista de mujeres que
confiaron en Valentino para su look más importante. Otras princesas como
Marie-Chantal o (la ahora reina) Máxima también dejaron en las manos de
Valentino el vestido con el que deslumbraron el día de su boda.
La madre de Magdalena, la Reina Silvia, también optó por un modisto europeo
para el vestido de su boda, Dior. En cambio, el de su hermana Victoria fue del
diseñador sueco Par Engsheden.
En cuanto al novio, que estaba impecable, estuvo acompañado por su madre,
una de las mujeres más importantes de la alta sociedad londinense. Él mismo
decidió que tras su matrimonio no quería recibir ningún título, pues, si lo
hiciese, tendría que convertirse en un miembro de la familia real, cambiar su
nacionalidad a sueco y dejar su trabajo en Nueva York. Ya que Chris no será un
miembro de la familia real en toda regla, los hijos que tenga con Magdalena no
podrán llevar el apellido de la familia real sueca.
Muchos dudaron del amor de Chris por la princesa, ya que decían que no
estaba lo suficientemente implicado en los preparativos de la boda. La felicidad
del novio fue más que evidente durante todas las celebraciones, Chris no dejó
de sonreír, besar, abrazar y mirar a su ya mujer durante todo el tiempo.
Bajo ese aspecto de hombre duro se encuentra una persona tierna y enamorada. Multitud
de imágenes demuestran el amor que siente este asesor financiero por la
princesa más guapa de Europa.
Una boda de cuento de
hadas para una bonita historia de amor que nació dos años atrás en la ciudad de
los rascacielos. La princesa había roto su compromiso con un abogado sueco
(tras conocerse que este le había sido infiel) y viajó a Nueva York para poner
distancia. No podía ni imaginarse que allí le estaba esperando su príncipe azul,
Chris O’Neill.
Después de la ceremonia religiosa,
los invitados (como es tradición en las bodas reales suecas) se trasladaron en barco
hasta el banquete, al que seguiría una fiesta más íntima para la cuál Magdalena
se cambió de vestido. Como esta cena era ya privada, solo tenemos una instantánea
del segundo diseño de la novia, que era propio de una princesa: de palabra de honor
y con una gran falda de tul.
Ahora solo
me queda decir: ¡Queremos niños ya! xx
No hay comentarios:
Publicar un comentario